lunes, 1 de septiembre de 2014

Etapa 8: Ita

Barcelona-Figueres:

Amanecimos en Barcelona después de un merecido día de descanso, a eso de las 11:00 de la mañana. 

Después de adecentarnos y sentirnos un poco femeninas por segundo día consecutivo (¡que sensación tan extraña!) salimos a comprar algo para hacer de comer. Por el camino nos paramos en  los jardines de la UAB, la facultad de matemáticas, creemos recordar. La verdad es que nos sorprendió muchísimo este pequeño remanso de paz en el centro de la ciudad.


En algún momento entre que nos levantamos y la hora de comer, nos percatamos que no habíamos escrito a nuestro futuro anfitrión en Girona. Nos había pedido que le avisásemos de nuestra llegada con un par de días de antelación y, entre el viaje, lo que dormimos en Barcelona y que somos un poco desastre, se nos pasó. ¡No podía acogernos! La única solución que vimos con tan poco tiempo, fue dar la voz de alarma por las redes sociales y esperar que funcionase. De todas formas, muchas gracias a Ero y Xoel por las molestias, también formáis parte de esta aventura.

Después de comer nos despedimos con mucha pena de nuestro amigo Fino ¡Muchisísimas gracias por habernos acogido tan fantásticamente bien! ¡Te queremos amigo!



Salimos dirección norte sin saber exactamente a dónde nos dirigíamos. Nos pasamos la tarde recorriendo con calma y gran placer parte de la costa catalana. Después de cruzarnos toda España ya echábamos un poco de menos el mar.



En una parada técnica (cafeína para la piloto y wifi del McDonalds) leímos con mucho agrado un mensaje de Vere Verónica diciéndonos que ella no podía acogernos, pero se lo había pedido a su amigo Jordi y había aceptado. Felices y contentas llamamos a Jordi para concretar ¡Teníamos casa en Figueres! 

Seguimos haciendo camino, pero ya con un destino fijado. 80 kilómetros de nada nos separaban del fin de etapa. Eso si, no sabemos si fue la emoción por el hogar conseguido o el qué, pero nos despistamos de ver la aguja que marca el nivel de gasolina. Y como siempre pasa, la maldita aguja marca rojo en el momento más inoportuno. Estábamos cerca de Figueres, pero no muy seguras de poder llegar y no encontrábamos la maldita gasolinera ¡oh no! 



Después de un paseo por el Alt Empedrá encontramos dónde repostar y conseguimos llegar tranquilas a nuestro destino.

Allí nos esperaba Jordi, una persona encantadora que nos ofreció su casa haciéndonos sentir como si fuese nuestra, nos preparó una  súper cena y nos nos dejó ni fregar los platos. Después de la cena salimos a dar una vuelta por figueres, para hacer un poco de turismo, teniendo la suerte de poder disfrutar de poder disfrutar de los conciertos de "Acústica". ¡Muy, muy divertido!


Nos hubiera encantado poder disfrutar más de  Acústia y de Figueres, tuvimos el don de la oportunidad llegando el día que empezaba, pero hicimos lo que pudimos teniendo en cuenta el cansancio acumulado...

Esta etapa, la octava, la de la costa catalana, es de Ita. Tuvimos el honor de que fuese nuestra primera madrina de etapa. Eligió amadrinar su segunda casa y nosotras la recorrimos como si también fuese nuestra. ¡Muchas gracias Chuliña, te queremos un montón!