domingo, 7 de septiembre de 2014

Etapa 9: Pedro

 Figueres-Lagrasse

¿Y ahora qué hacemos? La mañana del noveno día de aventura se nos presentaba llena de incertidumbre. Cuando ya estábamos en plena reorganización de nuestros bártulos, "prontas para la partenzza" escuchamos un ruido que hizo que parásemos en seco nuestra actividad. Abrimos la puerta y nuestras sospechas se hicieron realidad: ¡estaba a punto de desencadenarse lo que parecía la tormenta perfecta! Con la llegada de la lluvia caímos en la cuenta de que veníamos poco preparadas para este tipo de contratiempos metereológicos: las All Star que utilizamos a modo de botas terminarían caladas y los cubre mochilas se quedaron en Vigo...Pues habrá que esperar a que escampe...y como no hay mal que por bien no venga, así es como tuvimos la oportunidad de conocer a  Verónica y su marido. Esta forofa de las motos nos contó que lleva tiempo siguiendo nuestra aventura y que cuando vió que nos hacía falta casa en Figueres, no dudó en enredar a Jordi para que nos acogiera. 
Pasamos un rato muy agradable hablando de motos, pero, como siempre, llegó el  inevitable momento de la despedida. ¡¡Qué guapa se le veía a nuestra amiga Vero a caballo de su "Poderosa",preparada para, como diría ella, " surfear" la carretera!!


Abandonamos Figueres con pena ( nos hubiera apetecido quedarnos con Jordi un día más y  poder ver en su compañía los conciertos que ofertaban para ese día), pero el deber nos llama y proseguimos nuestra andanza para conquistar el país del croissant y las baguettes, no sin antes hacer una paradiña de havituallamiento en La Jonquera, donde aprovechamos el último coletazo de internet nacional para reservar nuestro primer hostal. Y, cuán sería nuestra sorpresa, cuando una pareja que estaba en la mesa de al lado que nos escuchó hablar de motos, nos dice que son de Cervera, el pueblo de Márquez. Será una señal...??

Salimos de España con "a terriña" presente.




Y por fin llegó el momento...Vive la France!! Nada más cruzar la aduana le pedimos a una oriunda que nos hiciese a las tres (piloto, copi y, como no, la Pitufina) las fotos oficiales del gran momento. Yo(Fátima)no cabía en mí de gozo al poder volver a utilizar el idioma que tan buenos recuerdos me traía...




Taradamos bastante en atravesar el pueblo fronterizo, hervidero de gente yendo y viniendo con bolsas y carritos llenos de compras hechas en el país vecino. Decidimos rodar un poco más hasta llegar a un lugar tranquilo donde pararnos a descansar un poco. El sitio elegido fue un café-hostal de carretera de un pueblo sabe Dios cuál. Y con el primer local extranjero llegó el primer choque cultural...
La copi estaba tan cansada que nada más "chimpar" de la moto se tiró en la acera estirada boca arriba para descansar un poco la espalda. El camarero en cuanto la vió le dijo que se levantara, que no estaba "chez toi"( en tu casa). La verdad es que el hombre tenía razón, ya que no era muy buen reclamo para el local una chica tirada boca arriba en la entrada del bar. Después de pedirle disculpas le contamos lo que estamos haciendo y el hombre se moría de la risa. Antes de irnos ya éramos amigos, con palmaditas en la espalda y choque de manos incluido.
On y va!!! Qué bonito el paisaje franchutense!!! 



Continuamos nuestro periplo dispuestas a llegar lo antes posible a nuestro primer hostal pagado para poder disfrutar de un merecido descanso. En la primera civilización por la que pasamos decidimos preguntar por Lagrasse, el pueblo donde reservamos, y casi nos da un "p'allá" cuando nos dicen que todavía nos faltan 300 kilómetros!!! En ese momento la ilusión dejó paso a la desesperación, siendo conscientes de que físicamente era inviable rodar todos esos kilómetros después de llevar todo el día en la moto. ¡Por culpa del agobio casi discutimos entre nosotras y todo! Al final, el conato de crisis quedó en nada y ,después de rodar un rato campo a través, llegamos a nuestro destino, un pueblecito encantador situado en un valle en medio de la campaña francesa. El hostal fué otro descubrimiento, súper enxebre. Nada más aterrizar, unos catalanes que compartían planta con nosotros, nos dijeron que habíamos llegado justo a tiempo para asistir a un festival folk que se celebraba esa noche. Y, como no, allí nos fuimos. Qué estupenda manera de ponerle fin a una jornada tan dura: música tradicional en directo, puestecitos con comida típica de la zona y hasta lucecitas míticas de verbena de pueblo. 


Y al llegar al hostal...¡sorpresa! tenemos DVD en la habitación con un montón de películas. ¿Os imagináis cuál elegimos?...¡¡ Diarios de motocicleta!! Otra vez, la vida puede ser maravillosa...


Esta etapa tan intensa se la dedicamos a Pedro, amigo de vida de la piloto. Muchas gracias por ayudarnos a llegar, como tú mismo nos has dicho, a tu "segunda patria". Merci bien!!!!!