sábado, 20 de septiembre de 2014

Etapa 13: Mamá MariChús

Frejùs-Monterosso

Nos despertamos en Frejùs contentas. Sabíamos que sería un gran día, cruzaríamos nuestra segunda frontera, la italiana. Se haría real eso de que nos íbamos a Italia en una 125, llegasemos o no a Misano.

Bajamos a desayunar al aire libre en el exterior del albergue. Un lugar bastante idílico que compartimos con unas amigas un tanto peculiares. Además de cabras, también vimos conejos sueltos por el lugar. Nos sentíamos un poco como en casa.


Tras el desayuno, conocimos a Tarek, un chico bastante peculiar y agradable que se echó una buena charleta con Fátima, a mi (Keka, quien hoy os escribe) con eso de la barrera linguística no me resultaba muy fácil. Aun así me pareció un chico muy majo y nos pidió que le madásemos una postal al llegar a San Marino. Intentaremos acordarnos.

Arrancamos una gran etapa. Recorreríamos la Costa Azul para acabar el día entrando en Italia hasta San Remo, sin duda era un gran día. La dirección a tomar Cannes. La carretera que nos llevaba a nuestra primera parada no era fácil, ascender una montaña por una carretera bastante enrevesada y con bastante tráfico. Pero una vez ganamos un poco de altura mereció la pena, las vistas eran espectaculares.



Ya descendiendo la montaña empezamos a encontrarnos casas, villas o como quieras llamarlo, que dejaban entrever el glamour de la zona. Eso si, una vez en Cannes, como en todas partes, había un McDonalds donde conectar la wifi para chequear la ruta y comernos una manzana porvenzal. Así somos, paramos en McDonalds a comer fruta. Empezaba, lo que se suponía que sería un bonito paseo junto al mar. Decimos lo que se suponía, por que lo que no esperaba era una etapa bastante dura. Un ciento de kilómetros atravesando pueblos costeros, con un montón de tráfico. Un para y arranca continuo con el que pasaba el tiempo y avanzabamos poco. Poco después de Cannes paramos paramos a comer en un parque en Juan Le Pins. No hubo sienta ni nada, bocadillo y retomar camino, Niza nos esperaba, a ver si mejoraba algo el tráfico.

No tuvimos suerte, no mejoró. Ni tampoco lo hizo después de Niza. Puede que nosotras seamos raras, o que siendo gallegas y estando acostumbradas a las mejores playas del mundo no nos impresione la Costa Azul francesa, pero lo cierto es que no nos gustó mucho. Si es cierto que el mar es el mas azul que haya visto nunca, pero este rollo de apartamentos hasta la arena de la playa cuando el potencial del paisaje es espectacular, decepciona un poco.



También puede ser que lo duro de la etapa nos haya desmotivado. Lo que pensábamos que sería una bonita travesía junto al mar acabó siendo un bucle de pueblos casi iguales en los que ya se empezaba a intuir el estilo de conducción italiano, un tanto a lo loco. Lo bueno, carreteas míticas de películas a lo James Bond entre Niza y Montecarlo. Una vez mas, ese sentimiento peliculero.



Pero el agotamiento era mas que el disfrute. tanto que una vez en Montecarlo, tras dar un par de vueltas por la ciudad. Fátima, literalmente se quedó sin energía. Aparcó la moto y ahí se quedó. Tirada en la acera durante un rato en que no podía ni moverse. 


Nos tomamos el respectivo café y cocacola para coger algo de fuerza y poder continual, se hacía de noche, sospechábamos que a San Remo no íbamos a llegar. Mucho menos a Imperia, 30 kilómetros mas adelante donde nos ofrecían couchsurfing. Así que, una vez mas in extremis, reservamos noche de hostal en Monterosso, un pueblecillo a 10 kilómetros de la frontera italiana.

Salimos de Mónaco sabiendo que lo que venia era clave en nuestra aventura. Saber que estábamos muy cerca de la frontera italiana nos dio las fuerzas necesarias para seguir. ¡Y que momento cuando vimos la señal! No nos lo creíamos nosotras, ni ninguno de los caravaneros que estaban allí aparcados. Acelerones con La Pitufina, besar el suelo como si fuésemos el papa, dejarse caer de espaldas cual Rafa Nadal ganando Roland Garros... todo era poco para tal acontecimiento. Todos los incrédulos que pensaban que no llegaríamos, podían callarse. ¡Estábamos en Italia!



Después del espectáculo seguimos en busca de nuestro hostal. Tras la adrenalina había vuelto el cansancio acumulado de una etapa dura. Entramos en Ventimiglia y la calle por la que debíamos continuar estaba cortada por obras. Así que si preguntando se llega a Roma, en Italia mucho mas. En un semáforo abordamos al motorista de al lado y amablemente nos indicó como salir de allí. Estábamos on the way. Un poco más y nos esperaba el merecido descanso.

¡Que Ingenuas! ¿no nos habíamos dado cuenta todavía de los problemas que teníamos siempre para encontrar el destino final? pues no. Ya en Monterosso preguntamos por la dirección del hostal y nadie la conocía. Nos decían hacia un lado y solo había monte, nos decían hacia el otro y se acababa el pueblo. Total, que a la desesperada conectamos los datos del móvil para buscar como llegar. Cual fue nuestra sorpresa cuando en ese momento, noche cerrada ya, nos entra un mail diciendo que la reserva no había sido aceptada. Momento dramático acompañado por música italiana con acordeones de fondo  donde los haya.

Preguntamos a una señora muy amable que nos indicó el único hotelillo del pueblo, encima de una pizzería. Paradas nos encontrábamos delante de la primera que vimos, sospechando que encima no había nada, cuando se paró un coche a nuestro lado. De el se baja un señor y nos pregunta "¿que, no habéis encontrado San Remo?" lo miramos estupefactas, era el motorista al que le habíamos preguntado hacia mas de una hora en otro pueblo. Debió intuir nuestras caras de asombro bajo el casco que rápidamente nos dijo que estuviésemos tranquilas, que era carabinieri y amablemente hizo un par de llamadas para conseguirnos un hostal cerca y nos acompañó has allí. ¡Todavía hoy no damos crédito!

Así fue como llegamos a un hostal muy peculiar. No sólo en decoración, si no que la chica de la recepción era como Penélope Cruz en la Peli de Woody Allen en Roma. Perfecto Estereotipo de Italiana. Que mejor para nuestra primera noche en el país.



Y por último, agradecer esta dura pero emocionante etapa a otra Súper-Mamá. Para mi (Keka) la mejor del mundo. Pero que voy a decir yo si es la mía... toda mi vida lleva preocupándose, cuidándome y sobre todo aguantándome ¡Que no es tarea fácil! y sin pedir ni esperar nada a cambio. Espero madre, que estés orgullosa de lo lejos que han llegado tus hijas, por que las tres sabemos, que aun que a Fa no la hayas parido, un poco hija también es. ¡Te Queremos un Montón!