martes, 23 de septiembre de 2014

Etapa 14: Isma

Recibimos nuestro primer día en Italia desde un bonito hostal de carretera. Tras un sueño que nos reparó lo justo (levantarse como nuevo es una sensación que ya no recordábamos) bajamos a desayunar. Café latte y té para la intolerante a los lácteos, acompañados por bollería, tostadas y zumito. Si la peculiar decoración del lugar nos había encandilado, con la colazione nos conquistó.
Recogimos nuestros bártulos y a media mañana arrancamos. Primera parada San Remo, destino final desconocido. Admiramos por última vez el hermoso cuadro/puzzle de Sabrina (boys, boys, boys) acompañada de un gato de mirada intensa. ¡Cuanta belleza!


Ya en Carretera empezamos a intuir que la etapa iba a a ser similar que la anterior. Carretera nacional uniendo pueblos costeros en bucle. Pero pronto apareció San Remo y con el la primera parada. Café rápido en un McDonalds y wifi deficiente para empezar a buscar opciones de hospedaje. El Couchsurfing todavia no había dado frutos, lo mejor era ir perfilando el plan B. 

Tras el café intentamos dejar las mochilas en una consigna para callejear un poco, pero fue imposible, nos tuvimos que conformar con una vuelta a lomos de La Pitufina.


Lo que intuíamos antes de llegar a San Remo se confirmó. La carretera de hoy tampoco sería fácil. Por lo menos los paisajes nos gustaban un poco mas, pero también el estilo de conducción nos gustaba un poco menos. ¡Conducen como locos! en sólo medio día en Italia  ya podíamos confirmar ese tópico. Además de otros dos: gritan incluso mas que los españoles y en lo que se refiere a belleza física son una raza superior  ¡Si hasta los feos tienen su punto!

Entre mucho tráfico y buenas vistas llegó la hora de comer. Paramos en un Lidl y no sabemos si fue la excitación de los productos italianos, o que todo era mas barato que en Francia, pero nos vinimos arriba y la compra se nos fue de las manos. Nos compramos media sección de quesos, un pan enorme, un bote de pesto para untar (si, para untar), tomates, jamón, panceta, yogures de stracciatella... ¡festival de los lácteos! ya que tenemos una pastilla para la intolerante, vamos a ponerla a prueba.

Paramos en Imperia para comer, el trayecto hasta allí fue con tres pasajeros, por que la mochila llena de comida entre nosotras ocupaba como un niño de diez años. El lugar elegido para el banquete un tranquilo parque frente al mar.



Allí fue donde casi perdemos a la copiloto. Tras la desmesurada ingesta de quesos sin saber si las pastillas funcionarían ante tal atracón, cayó en un coma profundo bajo el sol de la costa italiana ¡Una hora de siesta!. La medicación funcionó, pero remontar la tarde con tal empacho no resultó fácil.

Seguimos con lastre (de comida en la mochila y sobrepeso en nuestros estómagos). Subimos carreteras a la orilla del mar con vistas infinitas al Mediterraneo, para volver a bajarlas hasta un pueblo costero. Algunos mas explotados turísticamente otros menos, pero todos con bastante encanto en general. Eso si, tener que atravesar un núcleo urbano cada tres kilómetros desespera un poco, sobre todo porque cansa y no avanzas. Además cuanto mas al este estás antes anochece, por lo que empezábamos a sospechar que por segundo día consecutivo no llegaríamos al final de etapa previsto en Genova.



Antes de nada debíamos comprobar si alguien nos había ofrecido hospedaje, así que paramos en el primer bar que vimos con un cartel de wifi. ¡Menudo bar! Lo cierto es que nos trataron fenomenal, como la wifi no iba un cliente incluso compartió sus datos con nosotras, pero no vamos a negar que aquella pandilla de cuarentones tenían pinta de mafiosillos. Sobre todo uno que discutía a grito pelao por teléfono entre exagerados aspavientos. Tan pronto como vimos que tendríamos que pagarnos noche de hostal otra vez, salimos de allí esperando encontrar algo en el pueblo donde se nos hiciese de noche. Al final ni plan B, ni nada. Nos había vuelto a pillar el toro.



No tardó en anochecer, nos encontrábamos en Pietra Ligure, a 80 kilómetros de Génova. No sólo no llegábamos al fin de etapa, si no que nos quedábamos a mucha mas distancia que el día anterior. Pero teníamos que buscar donde pernoctar, así que mientras la piloto se recorría una calle llena de hoteles preguntando precios. La copi, cargada con las mochilas custodiaba a La Pitufina. Un rato nos costó encontrar un lugar que se ajustase al presupuesto. Aunque ya era noche cerrada, muchas opciones no teníamos.

Así fue como acabamos pasando la noche en el Hotel Cristal (como la cafetería de nuestra primera parada en O Barco). Después de una reparadora ducha y de secarnos el pelo (¡vaya lujo secarse el pelo!) salimos a la zona wifi en el exterior para comunicarnos, pero no fue fácil. La tecnología no estaba de nuestra parte y así, tras pasarnos mas de media hora fuera intentando conectarnos, fue como descubrimos por que estaba bien de precio el hotel, pasaba un tren escasos metros y con bastante frecuencia aun por encima... Suerte que nuestra habitación daba para atrás.

Después de las comunicaciones, volvimos a la habitación. Aligeramos peso de la mochila cenando una pequña parte de todo lo que nos había quedado del medio día y a dormir. ¡Mañana será otro día!





Esta etapa, que en su día no pudimos agradecer con su correspondiente foto de repostaje en facebook. Se la agradecemos infinito a Isma, mi amigo del cole (de Keka). Amigo de esos días en la que llevaba la carpeta forrada con fotos de Valentino Rossi ¡te tocó mi peor época fan!. Quien iba a imaginar entonces que algún día haría una chaladura semjante... pero que alegría mas grande que tantos años después formes parte de ella. ¡Millones de Gracias!









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