martes, 23 de septiembre de 2014

Etapa 15: Xabi, Iair y Jimena

Pietra Ligure - Quien sabe donde

¡Buenos días desde Pietra Ligure! ¿que donde está eso? pues a 80 kilómetros de donde deberíamos estar. Aun así, nos levantamos con energía, desayunamos alimentos procedentes de nuestra mochila de víveres (seguimos  teniendo exceso de lastre desde nuestra compra de ayer) y partimos presto hacia Genova, donde deberíamos haber pasado la noche.


Seguimos la carretera nacional del día anterior, con tráfico y pueblos costeros. Pero no se si fue la hora del día,  la mejora de infrastructuras par acceder a la ciudad o las energías renovadas... pero llegamos a Genova pronto y con la, ya lejana sensación, de haber avanzado. Ah! Y hoy en la parada para repostaje en lugar de hacer foto a la piloto preferimos hacérsela a la señora gasolinera.


Si, está fumando y hablando por el móvil, sospechábamos que los italianos no respetaban las normas de circulación, pero que ni respecten las deseguridad para que una gasolinera no salga volando... ¡Muy fuerte la señora! Eso sin tener en cuenta que por actitud, parecía la versión Italiana de Carmina o revienta.

Después de haber parado en tres estaciones de tren, dimos con la que tenía consigna. Ya os podéis imaginar como llegamos. Nuestros clásicos líos para entrar en ciudades no habían desaparecido y aun por encima hacía un calor insoportable, con mucha humedad. Tal y como nos dijo el hombre que limpiaba los baños donde nos cambiamos la ropa de ir en la moto para ponernos fresquitas "Sembra Milano", supongo que Milán será caluroso.

Salimos de la estación Principe ligeras, de ropa y equipaje, dispuestas a callejear y conocer un poco la ciudad. Sin mapas turísticos ni indicaciones, dejándonos sorprender. y la verdad es que la ciudad nos sorprendió. Igual fue por no tener grandes imagenes preconcevidas de como sería, pero lo cierto es que nos gustó mucho lo que nos encontramos.


Una ciudad con un punto decrépito, pero con una luz increíble. Edificios que muestran un esplendor pasado ya en declive. ¡Bastante espectacular!. Sabemos que las comparaciones son odiosas, pero en este caso es positiva, ya que nos recordó un poco a Lisboa ¡Y Lisboa nos encanta! 


Hicimos una parada en nuestro callejeo cuando llegamos al puerto. Teníamos hambre y llevar la mochila llena de delicatesens que nos habían quedado del día anterior se hacía difícil. Paramos, nos pusimos un día mas como el kiko y seguimos nuestro camino. Hoy por lo menos se lleva mejor, paseo mucho mas recomendable que siesta. En nuestro periplo nos encontramos con un batería genial, que como instrumento utilizaba cubos, tarteras y demás cachivaches. Nos sentamos un rato en una escalinata en el centro de la ciudad a disfrutar de su gran talento.

Fue allí sentadas, cuando vimos un cartel de McDonalds 1 minuto y  nos percatamos que debíamos  escribir a nuestro anfitrión en La Spezia. Solo podría recibirnos antes de las siete o después de las once. Le habíamos dicho que llegaríamos antes de las siete y ya  en ese momento, lo veíamos imposible. Tras el café, el mensaje y un pequeño momento de tensión entre nosotras sin mayor importancia, volvimos a la estación para recuperar nuestras pertenencias y continuar nuestro camino.

¡Pobres infelices! todavía no sabíamos lo que nos esperaba... pero si empezábamos a intuirlo cuando tras una complicada salida de Génova, tráfico y mas tráfico... empezamos a subir montañas a la orilla del mar. Al principio nos fascinaba el paisaje, incluso paramos en una plaza de un pequeño pueblo a merendar y contemplar el paisaje.



Lo complicado empezó cuando, solo subías y subías. Curva cerrada, tras curva cerrada. A una velocidad punta de 20 kilómetros por hora, con tanto peso y la mochila entre los brazos de la piloto era imposible afrontar una carretera tan enrevesada mas rápido, ¡Y todo esto sin parar de subir!. Aun encima las señales indicaban la distancia que nos quedaba hasta La Spezia como les venía en gana. Ahora 93 km, dentro de un rato 60 km, mas a delante 81km... ¡Una tortura!. Pasaba el tiempo, no avanzábamos nada y aunque veíamos el mar, estábamos a muchísima altura... ¡si hasta había señales de peligro por nieve!

Seguimos y seguimos intentando avanzar lo máximo posible y salir de aquellas montañas antes de que se hiciese de noche cerrada, pero cada vez lo veíamos mas complicado. No había comenzado aun el descenso. Paramos por agotamiento y si era poco lo que ya teníamos, nos llegó un sms de nuestro anfitrión. Había malentendido un mensaje que le mandamos y se despedía de nosotras, creía que al final no íbamos. Puedo prometer y prometo, que yo (Keka) en la foto de abajo que ilustra el momento, estaba llorando dentro del casco y que lo único que pasaba por mi cabeza era Livorno, ferry y para casa.


Menos mal que estaba Fátima para verle el lado positivo a la situación. Si no teníamos que llegar a La Spezia, podíamos quedarnos en el primer hostal que encontrasemos. Ya era casi de noche y las fuerzas no daban para mas. Cierto es que en aquellas montañas, no había ni pueblos de mas de diez casas, pero nos permitimos el lujo de saltarnos el primero que nos encontramos, un hotel prácticamente solo a tanta altura, recordaba mas (salvando las distancias) al Resplandor que a otra cosa. Por suerte poco después, empezamos a descender y el segundo que nos encontramos parecía mas acogedor, la pegatina de la puerta nos convenció.


Un pequeño hostal familiar, muy cuco y por suerte no muy caro, que posiblemente estaba puesto allí para salvar a ingenuas como nosotras que no comprobaban su ruta. Ya en la cama, tras la ducha y comiendo galletas de chocolate, porque nos las merecíamos. Descubrimos que lo que habíamos atravesado eran los Apeninos Settentrionale y que habíamos hecho un Monegros. No comprobar por donde pasaba la ruta y meternos en la boca del lobo. Por suerte todo salió bien.

El agradecimiento de hoy también lo teníamos pendiente y es para unos pequeños primos recién adquiridos. Igual os habéis dado cuenta que yo, Keka, me invento parentescos todo el rato. Pero es que la mía es pequeña, así que utilizo esa táctica cuando conozco a alguien genial  para que exista algo nos una un poco mas. Esto ha pasado con Xabi, Iair y Jimena, que como molan, los quiero en la familia. A ellos, a sus padres y a su abuela. ¡Muchas Gracias!



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